“La migración nos ayuda a saber quiénes somos”

imagen-29Yuri Herrera. Escritor mexicano llegó a Lima invitado por el Festival de la Palabra organizado por la PUCP. Aquí habla de sus libros y del oficio de escribir.

Pedro Escribano.

Enciende un cigarrillo. El frío limeño lo cerca. Para Yuri Herrera, escritor mexicano que también se forjó en El Paso, Texas, muchas cosas se combaten con fuego. Su primera novela, Trabajos del reino, hurgó el mundo gansteril de los narcos y, naturalmente, la escribió con un lenguaje de fuego. Pero Herrera no acepta etiquetas, por eso sus siguientes novelas –La transmigración de los cuerpos y Señales que precederán al fin del mundo–exploran otros universos y, por supuesto, flaubertianamente, con otro lenguaje.

¿Cuando llega a El Paso, se encuentra con un nuevo lenguaje?

Algunas cosas sí, pero fíjate, algunos de mis primeros cuentos los escribí basados en el valle del Mezquital, que es una zona semidesértica del Estado de Hidalgo. Ahí sí los cuentos que yo escribí eran un intento de aprender la belleza de lo desértico, entonces el desierto fronterizo es distinto, pero yo tenía un acercamiento a ese tipo de paisaje.

¿Rulfo, él aprendió el lenguaje del desierto?

Tal vez sí, yo no lo tengo tan claro. Es decir, me gusta Rulfo, yo siempre digo que Rulfo es una especie de monumento en medio de la plaza, todos circulamos alrededor de él independientemente de lo que podamos aprender o no, entonces sí, por supuesto Rulfo está ahí.

Asististe al taller de Elena Poniatowska, ¿ marcó tus ganas de escribir?

Yo ya escribía en ese entonces. La experiencia del taller sí me marcó, pero no estaba solo ella, sino también Juan Villoro, Hernán Lara Zavala y hubo un curso que nos dio Raúl Ortiz sobre Flaubert, ahí descubrí a Madame Bovary, que fue un libro muy importante para mí.

En La transmigración, está el miedo a una enfermedad, ¿es el miedo también a sí mismo?

Es eso y también es el miedo como epidemia. El miedo como algo que se apodera de una comunidad y la fragmenta. Es la desconfianza hacia los vecinos, el gobierno, los medios y cómo uno puede encontrar soluciones éticas en medio de un ambiente hostil. Este es un libro que sí habla específicamente de una epidemia, pero puede ser leído como resultado de todas las otras cosas que han estado pasando en México, como el miedo a salir a la calle.

En Señales que precederán al fin del mundo, el problema es la identidad del migrante. Un problema muy común en México debido a la frontera.

Sí, es un problema y una oportunidad y, en general, es una experiencia que nos ha marcado, pero yo no la reduciría a ser solo un problema. La gente migra por distintas razones y la migración creo que es la gran experiencia de nuestro tiempo, está cambiándonos en muchos sentidos. A mí me parece que las migraciones son movimientos que nos permiten seguir averiguando quiénes somos más allá de lo que nos dicen que somos. Entonces, esta es la historia, para mí, de una mujer que va descubriendo cosas sobre sí misma, sobre su lengua, sobre su país y sobre el país al que va llegando.

¿Y qué relación tienes con la literatura peruana?

Durante mucho tiempo, como otros, yo fui absolutamente vargasllosiano, fue muy importante para mí, sobre todo sus primeros libros.Conversación en la catedral sigue pareciéndome una de las mejores novelas del siglo XX. Otro para mí es Vallejo, uno de los pocos escritores junto con Miguel Hernández, tal vez, que pueden ser considerados genuinamente santos, no como los criminales que suelen ser canonizados por el Vaticano. También Manuel Scorza. Recientemente, leo cosas de gente cercana a mi generación. Soy muy amigo de Miguel Idelfonso, que creo que es muy buen poeta. A Eielson también lo leí con mucho gusto, pero yo estoy consciente de que me falta leer aún mucho.

El Boom instaló dos íconos, Gabo y Vargas Llosa. ¿La escritura de quién le seduce más?

No, yo creo que no hay que necesidad de escoger, creo que uno puedo escoger ambas. A mí, Vargas Llosa me gustaba un poco porque él decía que era flaubertiano, esta idea de encontrar la palabra justa más su decisión de aventurarse formalmente a encontrar nuevas maneras de narrar. García Márquez tiene algunos libros perfectos, Crónica de una muerte anunciada. Cuando me preguntan también si me gusta Bolaño, digo “me gusta Bolaño, pero no soy de la iglesia bolañiana” y tampoco de la secta garciamarquiana ni de la vargasllosiana, sino trato de disfrutarlos a todos ellos y aprender lo que sea posible.

¿Qué escribe actualmente? 

Estoy con una serie de cuentos que yo he pensado que podrían ser medio de ciencia ficción, pero creo que a la larga serán otra cosa.

¿Y qué serán?

Estoy viendo, pero ni siquiera sé si podré hacerlo.

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